Madre e hija en un Recital [05]

Capítulo 05.

Rock And Roll y Fiebre.

Fiorella dedicó unos segundos a considerar lo que había hecho. Acaba de besar a su madre… cuando ella tenía la boca llena de semen. Una situación que le hubiera parecido imposible antes de entrar en este estadio. A ella le habían llenado la cara de semen… y le gustó; pero le resultaba muy difícil imaginar que a su madre podría gustarle lo mismo.

Una vez una amiga le preguntó por eso y la respuesta de Fiorella fue tajante:

«Claro que no, mi mamá no hace esas cosas».

Pero allí estaba, con la cara cubierta del semen de un desconocido.

Cuando el apasionado beso lésbico finalizó, Jazmín sufrió un baldazo de realidad. Había gente mirándola. No eran muchos, solo un par de tipos y una joven que parecían intrigados por el comportamiento de Jazmín. Ella sintió mucha vergüenza. No conocía a esa gente, pero aún así le molestaba que se quedaran con el recuerdo de lo que ella acababa de hacer.

Y como si las cosas no pudieran empeorar… vio a su marido acercándose. A unos quince metros de ella estaba Néstor, por un momento temió que hubiera visto toda la secuencia. Jazmín casi se muere de un disgusto. Se calmó al ver cómo su marido giraba la cabeza de un lado a otro. Las estaba buscando, no había visto nada. Jazmín se bajó rápido la remera, para cubrirse las tetas, y se acomodó la calza lo mejor que pudo.

—Tu papá —le dijo a Fiorella, señalando con la mirada en dirección a Néstor.

Fiore no la escuchó, pero entendió perfectamente lo que su madre había dicho. Ella también se acomodó la ropa y el caballo tan rápido como pudo y giró sobre sus talones para mirar en dirección al escenario. Le llevó unos segundos localizarlo. Néstor avanzaba hacia ellas, pero sin verlas. Seguía buscándolas con la mirada.

A los tipos que jugueteaban con ellas les importó poco que Néstor se estuviera acercando, o quizás no se percataron de ello. Jorge Campera se paró detrás de Jazmín y Megadeth fue a probar suerte con Fiorella. Mr Zeppelin metió una mano por debajo de la minifalda de Fiore. Jazmín no necesitó ver la expresión en la cara de su hija para saber lo que había ocurrido. Estos tipos no andaban con vueltas. No la acariciaría por fuera… no, le quedó claro que a su hija le habían metido los dedos en la concha. Detrás de Jazmín, Jorge Campera intentaba bajarle la calza, aunque sea un poquito. Ella podía sentir el bulto erecto presionando entre sus nalgas. Intentó apartarlo con codazos, sin dejar de mirar hacia su marido.

De pronto Néstor estiró el cuello y abrió mucho los ojos, su mirada se cruzó con la de Jazmín. Ella volvió a sentir un gran alivio al verlo sonreír mientras la saludaba con la mano en alto, como diciéndole: “Acá estoy”.

Néstor se fue acercando de a poco, el paso era lento, la gente estaba tan apretada que hasta los que retrocedían tenían dificultad para abrirse paso. Además algunos no entendieron si Néstor intentaba avanzar o retroceder, así que muchos no lo dejaron pasar.

Él le hacía señas a su esposa y ella podía ver que movía sus labios. «¿Es boludo? —Pensó Jazmín—, es obvio que no podemos escucharlo». Sin embargo Néstor seguía intentando comunicarse a los gritos y con gestos de sus manos. Fiorella entendió que decía algo como “hay lugar más adelante”.

Madre e hija se miraron a los ojos y tuvieron el mismo pensamiento: “Estos tipos no nos van a dejar ir”. Y si Néstor llegaba a enterarse de lo que estaba ocurriendo… bueno, Jazmín ni siquiera quería pensar en esa posiblidad.

—¡Acá estamos bien! —Gritó Jazmín, haciéndole señas con las manos. Entendió que esto era un arma de doble filo, podía servir para que su marido no se acerque más; pero también le haría pensar a los rockeros toquetones que ella estaba disfrutando—. ¡Estamos bien, andá vos para adelante… a la salida nos vemos!

Néstor estaba mucho más cerca, aunque aún había personas que lo separaban de su mujer y su hija. Fiorella colaboró con su madre y le hizo señas a su papá para que volviera sobre sus pasos, “que este lugar está bien”.

Mientras intentaban comunicarse, Jorge Campera consiguió bajar la calza de Jazmín lo suficiente para poder meter su verga. Jazmín volvió a ponerse en puntas de pie, como cuando Megadeth la clavó, y sonrió de oreja a oreja, sin dejar de mirar a su marido. No sonrió por gusto, tenía que disimular. Néstor no podía enterarse de que a su esposa acaban de meterle una gruesa y venosa verga por la concha… hasta el fondo de la concha.

Miró a su hija y notó que Fiorella tenía una expresión rarísima, una mueca que quería ser una sonrisa (la sonrisa más forzada del mundo) y un gesto de preocupación (ese sí era auténtico). Jazmín comprendió que en ese preciso instante Megadeth le estaba enterrando la verga en la concha.

Jazmín pensó para sus adentros: «Bueno, hice todo lo que pude para cuidarla… ya no puedo hacer más».

Fiore podía sentir como ese ancho glande iba abriéndose paso dentro de su apretada concha. Ella saludó a su papá, que ya estaba tan cerca que casi podía tocarlo, y le dijo:

—Acá la estamos pasando muy bien, papi. No te preocupes… —y la verga iba entrando más y más…

A Jazmín ya le estaban pegando una buena cogida. Jorge Campera no tenía ni la más mínima intención de disimular. Llevaba largos minutos fantaseando con esa espectacular mujer, y ahora que le había metido la pija no se contendría. Para disimular la situación Jazmín empezó a bailar, con los brazos en alto, mientras daba saltitos y meneaba la cadera. Ese meneo de cadera le encantó a Jorge Campera, hacía que su verga se deslizara a la perfección dentro de esa húmeda concha. Jazmín miró a su hija, con una sonrisa forzada en los labios, como diciéndole: “Deberías hacer lo mismo”.

Fiore entendió. Su madre se veía ridícula haciendo esos pasitos de baile, aunque también era algo sexy… la forma en la que movía su cadera era hipnótica y fascinante. Fiore comenzó a hacer lo mismo. Levantó sus brazos y bailó, para el deleite de Megadeth que ya había logrado meter toda su verga. La concha de la pendeja estaba más apretada que la de su madre, le resultó deliciosa. Y la joven no era inmune a esa pija… mientras más se movía, más se le chorreaba la vagina y se le calentaba todo el cuerpo. Podía sentir sus pezones duros y se le había puesto la piel de gallina. Se le complicaba mucho sonreír a su padre y hacer de cuenta que nada extraño pasaba.

«Me están garchando, papi… me están dando duro ahora mismo… en tu cara. Me están metiendo toda la pija, sin piedad… por favor, no te des cuenta. Por favor».

Fiore recordó el episodio con sus compañeros en el vestuario del instituto. Para ella fue una de sus mejores aventuras sexuales. Ni siquiera recuerda cómo fue que la convencieron de hacerlo. Salió de la ducha y se encontró con los dos, completamente desnudos. Habían venido a buscarla porque las fotos de Fiore mostrando la concha ya estaban dando vueltas por los celulares de sus compañeros. Y estos dos no tardaron en asumir que ella era muy puta. Cuando le pidieron que le chupe las vergas, su primera reacción fue negarse; sin embargo… lucían tan apetitosas. Para su sorpresa, descubrió que tenía ganas de hacerlo. Sabía que era una locura y que la gente luego hablaría de eso… y no le importó demasiado. Al estar de rodillas chupando dos vergas solamente tuvo un miedo: Que su padre llegara a descubrirlo.

Fiorella no quería que su papá conociera ese aspecto de su vida. No quería que le dijeran: «Señor, su hija es una puta… y anda chupando pijas en el vestuario del instituto… también le comió la concha a una profesora».

Eso sí la aterraba, incluso más que si se enterase su madre. No sabía por qué; pero sentía que su mamá no reaccionaría tan mal si lo supiera. En cambio su padre… al pobre le daría un infarto. Ella es la nena de papá, y cada vez que Néstor le pregunta: «¿Te estás portando bien», lo que en realidad quiere decir es: «Espero que sigas siendo virgen».

Y ahí estaba, con la pija de un desconocido bien metida en la concha… y su padre a pocos metros de ella.

Néstor parecía no comprender lo que estaba pasando. Solo veía a su esposa y a su hija bailando, apretadas entre la gente. «¡Estamos bien acá… andá a disfrutar… nos vemos afuera… dale, no hay problema…!» Era lo único que Néstor podía sacar en limpio de esa conversación. También notó al tipo de campera de cuero, moviéndose al ritmo de Jazmín y sintió una gran rabia. Jamás se le cruzó por la cabeza que ese sujeto le estaba metiendo la verga a su esposa; pero sí pensó que al menos la estaba arrimando. Estuvo a punto de intervenir, sin embargo no lo hizo por dos motivos: el primero es que confía en su esposa y segundo porque ella detesta estas escenitas de celos. Jazmín se sacaría de encima a ese tipo tan molesto en cuestión de minutos, no tenía por qué preocuparse.

Mr Zeppelin, que ya estaba cansado de esperar sin hacer nada, le hizo señas a su amigo Megadeth, para que se apartara. A regañadientes, Megadeth le cedió su lugar. Néstor pudo ver cómo ese tipo con la remera de Led Zeppelin se pegaba mucho a su hija, y ella… bailaba contra él, mirándolo de reojo con una gran sonrisa. «¿Está coqueteando con ese tipo?» Se preguntó Néstor. Y daba la impresión de que así era, aunque la realidad era mucho más explícita. Lo que Fiorella estaba haciendo era acomodar su cuerpo para que la verga de Mr Zeppelin por fin pudiera entrar en su concha. Y cuando la penetró, a ella se le pusieron los ojos en blanco. No le permitió que se la metiera por puro gusto, sino porque tenía miedo de que su padre notara lo que estaba ocurriendo, así que lo mejor era que esa verga terminara dentro de su concha, donde Néstor no podría verlo. Lo que no imaginó fue que esa penetración le iba a hacer vibrar cada nervio de su ser. La verga entró sin detenerse, hasta el fondo; pero ese glande tan acho hizo estragos dentro de su apretada vagina.

Néstor notó la extraña expresión en el rostro de su hija, pero jamás imaginó por qué lo estaba haciendo. Imaginó que alguien la había pisado o algo así, parecía estremecerse de dolor. Pero no era dolor lo que Fiorella sentía. Era placer, puro placer. Y eso la hizo sentir culpable. «No puede ser, Fiore… no puede ser que reacciones así». Una cosa era juguetear con sus compañeros en la escuela, pero entregarle la concha a un desconocido que tenía edad para ser su padre… eso la hacía sentir como una auténtica puta.

Miró a su madre y notó que Jazmín tenía los ojos cerrados y se mordía el labio inferior. Detrás de ella el tipo de la campera se movía rápidamente. «Uy, mami… a vos también te están pegando tremenda cogida». Le agradó saber que su madre tampoco era inmune a esas duras penetraciones. «Al menos no soy la única puta en la familia», pensó mientras Mr. Zeppelin comenzaba a bombear dentro de su concha. Ella podía sentir cómo chorreaban los jugos lubricantes entre sus piernas.

A pesar de las insistencias de su mujer y su hija, Néstor parecía decidido a alcanzarlas. Se aproximó tanto que quedó cara a cara con Jazmín, aunque no podía ver lo que ocurría detrás de ella. Fiorella se pegó más a su madre así entre ambas ayudaban a cubrir a los tipos que se las estaban cogiendo. Megadeth al menos tuvo la decencia de guardar su verga, pero contribuyó al apelotonamiento de cuerpos que le impedía a Néstor entender todo el panorama.

Jazmín abrazó a su marido y apoyó el mentón sobre su hombro izquierdo, lo hizo para frenarlo. Sería catastrófico si él se acercaba más.

—Amor, no era necesario que vinieras hasta acá. Te hubieras quedado donde estabas… nosotras nos quedamos acá, vos volvé donde estabas.

—¿Estás segura? Miren que adelante todavía queda un poco de lugar.

—Sí, si… mmhhhff acá la estamos pasando bárbaro…

—¿Estás bien, Jazmín?

—Sí… sí…

—¿Ese tipo te está molestando?

—¿Eh? No, nada que ver. Solo está bailando…

—Pero… está muy cerca tuyo…

—Es cierto, me está pegando unas arrimadas tremendas —Jazmín no supo por qué dijo eso, simplemente le nació hacerlo. Al menos no confesó que en realidad le estaban pegando tremenda cogida.

—Entonces decile algo… sino se lo digo yo… no me parece apropia…

—Tranquilo, Néstor. El tipo debe estar borracho, o drogado… no debe saber ni lo que está haciendo.

—Pero… te está arrimando…

—Eso es inevitable. ¿Acaso me vas a decir que vos no le arrimaste la verga a algún culo en toda la noche? —Al decir esto Jazmín agarró el bulto de su marido por encima del pantalón.

—Bueno… em… eso fue sin querer… es que hay mucha gente y…

—No seas tarado, amor… no me voy a enojar con vos si arrimaste algún culo —le dijo al oído—. Ni siquiera si es un culo lindo. Son cosas que pasan.

—Entonces… ¿no te molesta que el tipo te arrime?

—Sí, claro… para colmo me traje la calza más elastizada que tengo. Es como si no tuviera nada puesto —Jazmín se rió como boba al recordar el chiste de Ned Flanders diciendo las mismas palabras.

—Te noto rara amor. ¿Tomaste algo?

—Solo… unos traguitos de cerveza —era mentira, pero prefería pasar por borracha antes que por puta—. Uf… este tipo tiene un paquete considerable —dijo entre risas, las rodillas se le flexionaron hacia el centro al recibir embestidas tan potentes. Su concha chorreaba de placer… algo que Jazmín aún no quería reconocer; pero que ya estaba impactando en su subconsciente.

—No parece molestarte mucho que te esté arrimando —el semblante de Néstor cambió, su sonrisa se borró y ahora se mostraba serio.

—No seas tan estricto, Néstor —presionó otra vez la verga de su marido y ésta comenzó a ponerse dura—. Mirá el lado positivo, después de tantos arrimones voy a volver a casa con la concha bien mojada… —lamió el lóbulo de su oreja y con voz sensual agregó—. Vamos a coger toda la noche.

La oportunidad de terminar la noche con sexo desenfrenado le resultó muy atractiva a Néstor. Llevaba tiempo sin coger con su esposa como era debido. Ni siquiera recordaba la última vez que los dos la habían pasado realmente bien en la cama. ¿Podría ser que los arrimones de un extraño reavivaran la llama de la pasión en Jazmín? A Néstor no le gustaba el método, pero sí le atraía el resultado.

—Prometeme que si te jode mucho, te lo vas a sacar de encima.

—Sí, amor… quedate tranquilo… uf… qué dura que tiene la pija este tipo…

«Carajo, Jazmín ¿qué te pasa? Calmate un poco», pero simplemente no podía. Apretó con más fuerza la verga de su marido y descubrió que a él también se le había puesto dura.

—Para colmo —continuó diciendo Jazmín—, no tengo ropa interior… solo la calza… y creo que el zarpado tiene la pija fuera del pantalón. La siento apretada contra los labios de la concha… me está abriendo toda… decí que la tela es resistente, porque sino… ya tendría la pija hasta la garganta.

Y en realidad así la sentía… como si se la estuvieran metiendo hasta la garganta. Cada embestida de Jorge Campera la hacía delirar de placer. «Me están cogiendo frente a mi marido… me están recontra cogiendo frente a mi marido… ufff». Jazmín nunca se consideró una mujer con fetiches extraños; pero nunca había experimentado algo como esto. Para ella fue una gran sorpresa descubrir lo mucho que la calentaba ser penetrada por otro tipo mientras su marido estaba tan cerca.

Néstor tenía la mente bloqueada, solo podía imaginar una gruesa y venosa verga presionando contra la concha de su esposa… algo que él había hecho en numerosas ocasiones. Lo volvía loco el culo de Jazmín y cómo se le marcaba al usar esas calzas tan ajustadas… en especial le gustaba que ella no se ponía ropa interior. Néstor sabía exactamente lo que debía estar sintiendo ese tipo al arrimar a su esposa, y no sabía cómo tomárselo. Por un lado quería cagarlo a trompadas; pero por el otro… le gustaba ver a Jazmín tan cachonda. Y debía estar borracha, de lo contrario no se explicaba esa desfachatez… aunque no sentía olor a alcohol en su aliento.

—No me gusta que un desconocido te arrime de esa manera…

—Ay, Néstor… no voy a hacer problema por eso en el medio de un recital con un tipo que debe estar totalmente drogado… dejalo que arrime todo lo que quieras, total al premio mayor te lo llevás vos… —lo besó en el cuello sin dejar de acariciarle la verga—. La que la debe estar pasando peor que yo es Fiorella, que vino de minifalda. ¡Una tarada! Encima tiene puestas una de esas tangas tan chiquitas que usa… ya sabés a cuáles me refiero. Se las viste puestas mil veces.

Este fue un certero golpe a la líbido de Néstor. Jazmín había sorprendido a su marido en incontables ocasiones embobado con el culo de su hija entangado. Al principio le molestó que su marido mirase a su propia hija de forma tan libidinosa. Luego comprendió que a ella también le pasaban cosas al ver el hermoso culazo de Fiore, quien no tenía ningún problema en andar con tangas diminutas por toda la casa. Tangas rojas, blancas, negras… de todos los colores. ¡Y a veces con transparencias que dejaban poco a la imaginación! Jazmín también se quedó embobada más de una vez mirando cómo los labios vaginales de su hija mordían la precaria tela de esas diminutas tangas. Si le habrá provocado erecciones a su marido…

Néstor miró a su hija. Fiorella tenía la cabeza apoyada en el pecho de un tipo con la remera de Megadeth. Detrás de ella ese otro sujeto, el de la remera de Led Zeppelin no dejaba de moverse.

—¿Ese también tendrá la verga fuera del pantalón? —Fue lo primero que se le ocurrió preguntar.

—Ya te digo que sí, porque yo también me llevé algunos arrimones de ese tipo…

—¿Y no te molesta que le hagan eso a tu hija?

—También es tu hija. Y no, que se joda… ¿quién la manda a venir con una minifalda tan corta? Creo que lo hizo a propósito… a esta pendeja le gusta provocar. Ahora le deben estar haciendo tragar la tanga por la concha —Jazmín volvió a reírse como una borracha.

La verga de Néstor se puso repentinamente rígida al imaginar la concha de su hija entangada siendo arrimada por una ancha verga. A veces le aterraba pensar que su esposa pudiera leerle el pensamiento. Fiore tenía los ojos cerrados y la boca abierta… y movía la cadera al ritmo de la música. Si la estaban arrimando, no parecía molestarle. Néstor supo que se estaba dando una escena muy erótica, aunque no imaginó que en realidad era pornográfica y que su hija ya no contaba con la protección de la tanga. Su concha había sido vulnerada. La verga entraba y salía sin que nada la detuviese.

Jazmín, con el cerebro acalorado por la febril excitación, no pudo quedarse callada y siguió forzando la situación, como si quisiera descubrir el límite de su marido.

—Si le mueven la tanga y le clavan la poronga es problema de ella… que se joda, por andar de putita en un recital lleno de tipos alcoholizados y drogados.

La verga de Néstor se sacudió con solo imaginar que a su hija podrían cogerla unos desconocidos en medio de un recital… y al mismo tiempo su corazón dio un vuelco de angustia. Quería detener esa locura; pero no sabía cómo hacerlo sin provocar una violenta pelea. Él no podría hacer nada contra tres tipos tan corpulentos.

—Y si a mí se me rompe la calza y me clavan… también es culpa mía, tendría que haber usado otro tipo de pantalón.

—¿Eh? ¿Creés que…? ¿Creés que eso podría pasar? —Preguntó Néstor, con un hilo de voz casi inaudible…

—Uf… con lo fuerte que está presionando este tipo… sí, es una posibilidad. Para colmo tengo toda la concha mojada… eso no ayuda. Y no te das una idea de cómo me la abre toda cada vez que empuja…

Néstor vio claramente en su mente cómo la calza de su mujer se hundía dentro de su concha con la presión de un ancho glande. Él mismo había provocado esa secuencia en numerosas ocasiones. Nunca llegó al punto de romper la calza de su mujer, pero tampoco es que lo haya intentado… ¿y si ese tipo conseguía entrar?

—No podés permitir que eso ocurra…

—¿Y qué querés que haga? ¿Que le pida amablemente a este señor que deje de empujar con la verga? Me tiene justo donde quiere… decime la verdad, Néstor. Si no me conocieras… ¿Acaso vos no me arrimarías la verga si me tuvieras delante tuyo, con una calza bien ajustada?

—Bueno, lo que pasa es que…

—Pasa que tengo un culo muy lindo. Si te soy sincera, me halaga que el tipo tenga la pija tan dura por arrimarme el culo.

Néstor sabe muy bien lo orgullosa que está Jazmín de su propio culo, aunque nunca la había visto presumir de eso mientras otro tipo le…

—¿Te tocó el culo? —Preguntó Néstor cuando la idea llegó a su mente.

—Uf… por supuesto, amor… me lo manosearon todo. Fue lo primero que hicieron… cuando me pasaron los dedos entre la concha seguramente se dieron cuenta que no tengo ropa interior… y ahí ¡zaz! comenzaron los arrimones. Intenté sacármelos de encima, amor… de verdad que intenté; pero… hay tanta gente… no es mi culpa.

Néstor tuvo que resistir una vez más la tentación de armar un escándalo… Jazmín, perdiendo el control sobre sus propias emociones, presionó un poco más:

—Te digo que si me mete semejante poronga… me parte al medio. Es re grande… y bien ancha, puedo sentirlo. Uf… sí que puedo sentirlo… creo que nunca me metieron una pija así de grande. Bueno, quizás sí… un par de veces; pero eso fue hace mucho… antes de que nos conociéramos.

Ese fue un golpe bajo. A Néstor no le gustaba escuchar hablar de los amantes que tuvo su esposa antes de que fueran novios… y mucho menos de aquellos que estaban mejor dotados que él.

—Quedate tranquilo, amor —dijo Jazmín, al ver la cara desfigurada de su marido—. A mí no me gustan las pijas tan grandes. Duelen mucho.

En realidad el imponente miembro del tipo de la campera no le estaba causando dolor alguno. Jazmín sentía su concha bien abierta y el lubricante natural de su sexo estaba actuando de maravilla. Esa verga se deslizaba dentro de ella con una facilidad increíble… y solo le producía placer… aunque no quisiera admitirlo.

—Pobrecita Fiorella —continuó Jazmín—. A ella sí que le va a doler si le meten semejante pija… para colmo los otros dos tipos también la tienen así de grande. Lo sé porque me pegaron una buena arrimada antes de este… son unos zarpados.

Néstor vio cómo su hija abría los ojos y la boca de repente y temió lo peor… imaginó que ya habían hecho a un lado su tanga y que le habían metido la verga… y la realidad es que Fiore reaccionó así porque recibió una embestida muy dura por parte de Mr. Zeppelin. El tipo la hizo ver las estrellas. Sin embargo el cerebro de Néstor se negaba a aceptar que eso pudiera estar ocurriendo, no quería ni imaginarlo…

…pero le costaba mucho sacarse de la cabeza la imagen de la preciosa concha de su hija bien entangada. Dios… esas tangas tan chiquitas que usa… y esos pelitos en su pubis, que siempre se los deja, como si quisiera que los vieran cuando usa tangas de encaje. Si el tipo ya tenía la verga fuera del pantalón… ¿cuánto le costaría hacer a un lado la tanga? Y peor aún… si la estaba arrimando tanto… Fiore ya debería tener la tanga bien metida entre los labios. Y Néstor sabe muy bien que a esos rechonchos labios les encanta morder tangas. Lo vio más de una vez, cuando Fiore se agacha para juntar algo del suelo… o cuando se pone de rodillas en el sillón para hablar con su madre por encima del respaldo. Ahí Nestor se queda embobado, sentado justo frente a su hija, admirando cómo esa concha come trapo.

Jazmín tomó la cabeza de su marido con ambas manos y lo besó en la boca con pasión. En ese momento Néstor sintió que alguien le agarraba la verga, era una mano pequeña y delicada… metiéndose dentro su pantalón. No podía ser Jazmín, ambas manos de su esposa estaban entrelazadas en su nuca. Entonces… solo podía ser…

Miró a Fiorella y descubrió que su hija estaba mirando a los ojos al tipo grandote con la remera de Megadeth. Con un nudo en la garganta Néstor entendió lo que estaba ocurriendo. Fiorella creía estar agarrando la verga de ese tipo; pero se había equivocado… y estaba agarrando la de su propio padre.

A Fiore le resultó extraño el contacto con esa verga. No la sintió tan grande como la recordaba… aunque podía ser solo su impresión. Eso sí… estaba dura como un garrote.

A Néstor le produjo una fuerte angustia descubrir que su hija pretendía tocar de esa manera a un desconocido. Su dulce niña se estaba comportando como un puta en celo. Podría haber puesto el grito en el cielo, pero no dijo nada… porque era él quien estaba disfrutando de esas suaves caricias. Fiore se las ingenió para sacar la verga del pantalón y comenzó a masturbarla. Levantó la cola, para facilitarle a Mr. Zeppelin la tarea de penetrarla. Ya la estaba haciendo gozar como una puta… y no quería que el tipo se detuviera. ¿O sí?

No… no quería. Aunque fuera inmoral, indecente… su líbido quería seguir disfrutando esas duras embestidas. Quería que le llenaran la concha de pija… ahí, justo frente a su padre. Porque ya le quedó claro que Néstor no estaba entendiendo nada de la situación, de lo contrario ya hubiera protestado.

Sin embargo Néstor estaba debatiéndose entre la idea de que la concha de su hija tuviera la tanga bien mordida en el centro o bien… que estuviera siendo penetrada por la gruesa verga del tipo con la remera de Led Zeppelin. Ninguna de las dos ideas le gustaba; pero la segunda era la peor. Porque si ya le estaban metiendo la verga… eso significaba que Fiorella lo estaba disfrutando. Por eso fue a buscar una verga con su mano.

La angustia de Néstor creció junto con su excitación.

—Tienen que salir ya mismo de acá. Ya mismo —dijo, sin poder soportar más ese cúmulo de sensaciones.

—Ay, no te pongas así, Néstor… estás exagerando. ¿Acaso creés que nos van a coger de paradas, acá… en medio del estadio?

Esa secuencia le resultó improbable a Néstor… pero al mismo tiempo podía ver a esos dos tipos moviéndose como si las estuvieran cogiendo. Entendía que eso aún no ocurría, pero… ¿y si era solo cuestión de tiempo?

—No, no… vamos para adelante… mejor evitar problemas.

Jazmín notó la expresión asustada en el rostro de su marido y supo que ya había ido demasiado lejos con su jueguito morboso.

—Está bien… vamos… vos tenés que abrirte paso entre la multitud, yo agarro a Fiorella y te seguimos.

—Muy bien… no se separen mucho.

—Te seguimos de cerca… dale para adelante y no te detengas.

Néstor dio media vuelta, guardó la verga dentro de su pantalón, y comenzó a empujar gente. Hubo protestas, codazos y hasta alguna patada cortita. Logró abrir una pequeña brecha y avanzó por ella, luego se desvió hacia la derecha… avanzó un corto trecho y se desvió hacia la izquierda. Siguió avanzando sin mirar atrás, confiando en que su mujer y su hija lo seguían.

Jazmín y Fiorella ni siquiera se movieron de su lugar. En cuanto Néstor se fue, las dos dejaron salir sus gemidos reprimidos. Comenzaron a jadear como putas en celo mientras les metían la pija. Fiorella entendió lo que había ocurrido y se preguntó por qué su madre no aprovechó la oportunidad para alejarse de estos lujuriosos rockeros. Aunque esa misma pregunta también debía hacérsela a sí misma. Ella también se quedó quieta cuando su padre abrió camino… su concha siguió recibiendo una embestida tras otra…

Miró a su madre de reojo y Jazmín le sonrió con la cara desfigurada por las duras embestidas que estaba recibiendo. Luego le agarró la mano, como si dijera: «Pase lo que pase, estamos juntas en esto».

Cuando Néstor giró la cabeza hacia atrás se dio cuenta de que había perdido de vista a su mujer y a su hija… otra vez. Creyó que ellas al menos habían conseguido alejarse de esos tipos, lo cual lo tranquilizó un poco. Estaba por volver sobre sus pasos cuando su bulto chocó contra una masa suave. Lo supo al instante, su verga se habían metido entre dos turgentes nalgas apenas cubiertas por un pantalón elastizado. La jovencita con la que chocó debía tener la misma edad que su hija. Era una petisa de cabello negro ondulado, la chica giró la cabeza al sentir el arrimón y se encontró con un tipo apuesto, de anteojos y cabello entrecano. Le sonrió.

A Néstor se le paralizó el corazón al ver esa sonrisa lujuriosa. A continuación la chica comenzó a bailar apoyando más las nalgas contra su bulto. Néstor la tomó por la cintura y en un instante se olvidó de su mujer y su hija.

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