
Madre e Hija en un Recital [08]


Capítulo 08.
El Extraño del Pelo Largo.
Mónica entró a la sala de guardia y de inmediato supo que eso fue un error. Uno de los tipos se metió detrás de ella y cerró la puerta. Encontró que había una tranca y murmuró “Deberíamos haberla puesto desde el principio”. Aunque de haberlo hecho, esa hermosa vigilante de imponente culo nunca hubiera entrado.
—Ya mismo me explican qué están haciendo acá…
—A vos te quería encontrar —dijo Jazmín, poniéndose de pie—. Tenía ganas de decirte algo.
—Eh… si es por lo que pasó durante la revisión, yo…
Mónica de pronto tuvo miedo de que todos esos tipos fueran amigos de Jazmín y que vinieran a vengarse por la forma en que ella la trató durante la revisión. Jazmín notó esto y puso los brazos sobre los hombros de la guardia.
—Quedate tranquila, Moni… solo quería decirte que me encantó chuparte la concha. La tenés muy rica —acto seguido la besó en la boca.
Mónica estaba tan tensa que ni siquiera cerró los ojos. Se quedó quieta, recibiendo la lengua de Jazmín dentro de su boca. Miraba de reojo a todos los presentes. A Fiorella le estaban metiendo una buena pija por el orto. «Están locas —pensó—. Están completamente locas… o drogadas».
—Quiero salir —dijo Mónica al notar la mirada libidinosa de los hombres presentes.
—No, Moni… vos no te vas a ninguna parte —le dijo Jazmín—. Todavía me debés una buena chupada de concha. Me quedé con las ganas.
—No, no… ni hablar…
—¿Me vas a decir que no te gusto?
—No es eso… es que… con todos estos tipos acá, no pienso hacer nada. Si querés que te la chupe, ellos se van.
—Ellos se quedan —dijo Jazmín, y volvió a besarla—. Nos vamos a divertir mucho juntas… vení…
La acercó a la mesa, con la ayuda de sus amigos, ellos la empujaron suavemente desde atrás. Jazmín agarró la última pastilla de la bolsita y se dirigió a Megadeth.
—Quiero que se la trague… con verga y todo.
—Dalo por hecho.
—¡No, no! ¡Esperen! ¿Qué hacen?
—Lo mismo que vos me hiciste a mí, querida… ahora que no tenés ventaja, ya no sos tan mala.
Pusieron a Mónica de rodillas. Fue la propia Jazmín la que le metió la pastilla en la boca y cuando Mónica estuvo a punto de escupirla, la verga de Megadeth entró hasta su garganta. Casi se ahoga. Empezó a chupar verga dejando la pastilla sobre su lengua, podía sentirla. Aún podría escupirla, si es que encontraba algo de lugar… pero esa pija era demasiado ancha y dos tipos le sostenían la cabeza, para que no la apartara. Notó cómo la pastilla comenzaba a disolverse. Un sabor amargo, como a aspirina molida, le invadió la boca. Mientras tragaba verga pudo sentir cómo le iba haciendo efecto la pastilla. Ya había probado en el pasado, en numerosas ocasiones. Confiscaba drogas para uso personal… y sabía muy bien cómo se ponía cada vez que tomaba una de estas pastillas. Tenían un efecto mágico en ella, la hacían sentir muy segura de sí misma… y muy puta. Le encantaba tomar una antes de coger con alguno de sus amantes, cosa que pasaba con frecuencia. Pero nunca había estado en una situación con tantas personas involucradas.
De a poco esa verga comenzó a resultarle cada vez más agradable. Le gustaba la forma en que se hundía hasta el fondo de su garganta. Le calentaba que sus amantes fueran rudos con ella… de la misma forma en que ella era ruda con sus amantes femeninas.
Cuando le sacaron la verga de la boca, tomó grandes bocanadas de aire. Fiorella se acercó a ella, se sentó en el borde de la mesa y levantó una pierna, separando la otra. Abrió sus labios vaginales con los dedos y dijo:
—Ahora me la vas a chupar vos a mí… a esta puta le tienen que dar con todo. La obligó a mi mamá a chuparle la concha.
—¿Ah si? —dijo Mr Zeppelin, con una sonrisa sádica—. Se ve que le gusta divertirse. Bueno, eso le vamos a dar… mucha diversión.
—No, no… esperen… esperen… podemos arreglarfffffff…
No le dieron tiempo a nada. Estamparon su cara contra la concha de Fiorella y no le quedó más alternativa que lamerla. Quizás esa era la única forma de zafar de esta situación.
Los otros tipos comenzaron a desnudarla, sacándole la ropa a tirones. Los botones de su camisa rodaron por el piso. Toda la voluptuosa anatomía de Mónica quedó expuesta ante la mirada libidinosa de siete hombres y dos mujeres.
—¿Qué es esto? —Preguntó Megadeth al agarrar un objeto metálico que había estado en el cinturón de Mónica.
—¡Son las llaves! —Gritó el flaco melenudo—. ¡Las llaves de las esposas! ¡Soltanos, loco… sótanos! Nosotros también nos queremos divertir.
—¿Los soltamos? —Le preguntó Megadeth a Jazmín.
—Mmm… eso depende…
—¿De qué? —Quiso saber el flaco.
—De lo grande que la tengan. No estamos acá para hacerle la fiesta a dos pitocortos.
—No soy ningún pitocorto —aseguró el flaco.
—Y yo tampoco —dijo el morocho de rulos—. Sacame el pantalón y vas a ver.
Jorge Campera le bajó el pantalón de un tirón, la verga del morocho estaba erecta y no era más pequeña que la de ninguno de los presentes.
—Este está muy bien —dijo Jazmín, aunque su atención estaba más enfocada en ver como Mónica le comía la concha a su hija—. A ver el otro…
Cuando el miembro del flaco de pelo largo apareció erecto e imponente, todos se quedaron boquiabiertos, incluso Fiorella y Mónica interrumpieron lo que estaban haciendo para verlo. Era enorme y grotesco. No parecía encajar con esa contextura tan delgada.
—A la mierda, el flaco tiene una anaconda entre las patas —dijo Jorge Campera entre risas—. Vamos a dejar que se divierta con la guardia.
—No, no… por favor, no… es… demasiado grande. Dejenme salir.
Le quitaron las esposas a los dos tipos. El morocho no perdió el tiempo, prácticamente se lanzó sobre Jazmín. La hizo retroceder hasta la mesa, le levantó las piernas y le metió la verga en la concha.
—¡Ay! Pero che… despacito carajo —lo dijo entre risas, para que el morocho supiera que en realidad no le molestó. Solo intentaba mantener un poquito de su dignidad, si es que aún le quedaba algo.
Jorge Campera y el flaco se acercaron a Mónica y empezaron a pegarle con sus vergas en la cara. Ella intentaba esquivarlas, pero esos glandes se las ingeniaban para entrar en su boca, al menos por un segundo. Suplicó para que la dejaran ir, pero sus palabras no fueron comprendidas… y aunque las hubieran entendido, no hubiera cambiado nada.
La enorme verga del flaco la desconcertaba, le costaba tragarla y debía abrir tanto la boca que sentía que la mandíbula se le iba a desencajar. A Fiorella le pareció que esa escena tenía un tinte erótico descomunal. Agarró su celular y comenzó a grabarla. Poco a poco Mónica fue cediendo, en especial cuando era la verga del flaco la que quería entrar en su boca. La dejaba allí más tiempo que la del tipo de la campera. Una tercera verga se acercó, era la de Remera Roja. Mónica la tragó completa, por puro instinto. Simplemente abrió la boca y la engulló. Miró a Fiorella de reojo cuando ésta le dijo:
—¿Te está gustando, putita? ¿Alguna vez habías chupado tantas pijas juntas?
Tan solo por la expresión en los ojos de Mónica, Fiorella entendió que era su primera vez con tres vergas… y que probablemente nunca había probado una tan grande como la de ese flaco.
La pastilla estaba haciendo efecto en Mónica, su confianza en sí misma no paraba de aumentar. «¿Por qué tengo que preocuparme tanto… si me gusta la verga?» Y sí, eran muchos tipos, pero… uff… con lo caliente que estaba… quizás valdría la pena probar todas esas pijas.
«¿Todas? No… todas es un montón. Son demasiadas», la voz de su consciencia no se quería callar, estuvo a punto de protestar otra vez, pero cuando el flaco le clavó la verga en la boca simplemente la aceptó.
«Uf… qué pija tremenda. Carajo… lo que es esto… ni puedo tragarla. Dios… si me garcha este flaco me parte al medio». Y la idea de que la partieran al medio se hizo cada vez más intensa. Se le mojó la concha y comenzó a masturbarse sin dejar de chuparle la pija al flaco.
A Fiorella ya le estaban dando por el culo otra vez, Mr Zeppelin se le acercó por detrás, la tomó por la cintura, y la penetró sin pedir permiso. Fiore siguió grabando. Sonrió a la cámara, hizo la “V” de la Victoria y luego enfocó a su madre.
Jazmín estaba montando la verga de Megadeth, quien se había acostado boca arriba en la mesa. Detrás de ella estaba el morocho de rulos dándole por el culo como si tuviera un resorte en la verga. No paraba de moverse, parecía un conejo en celo. A Jazmín le fascinaba esto. Sacudía sus nalgas, como una campeona del porno, y gemía pidiendo más…
—Ay… sí… sí… rompeme el culo… ay… que rico… sí, dame duro… sin parar… dame… dame… ahhh… aaaaahhh…
—A vos también te van a romper el orto —dijo Fiorela, al mismo tiempo que volvía a enfocar a Mónica.
La guardia parecía haber perdido una importante línea de defensa. Peteaba al flaco con ganas, tragando tanto de esa verga como le fuera posible. Sus dedos no se detenían, tenía la concha tan mojada que no veía la hora de que alguien le metiera una verga. Harta de esa situación soltó la pija y dijo…
—Ya fue, carajo… no tiene sentido resistirse… me van a coger igual, quiera o no quiera. Al menos puedo disfrutarlo.
—Me alegra que hayas entendido —dijo Fiorella.
Mónica apoyó las manos en la mesa y se inclinó hacia adelante, exponiendo su retaguardia. Sus grandes nalgas fueron manoseadas y cacheteadas por todos los que estaban cerca de ella, incluyendo a la propia Fiorella.
El flaco estaba tan drogado que no era capaz de acertarle al agujero. La húmeda concha de Mónica lo invitaba entrar, pero su miembro se deslizaba por fuera cada vez que arremetía.
—Ay, flaco… metela de una vez… no me hagas esperar…
—Vamos a darle una mano —dijo Fiore, al mismo tiempo que agarraba la verga del flaco.
Lo más fácil era apuntar a la concha, ya chorreaba jugos sexuales y estaba predispuesta al sexo; sin embargo Fiore tenía mejores planes. Quiso trollear a la guardia de seguridad, otra pequeña venganza por el incómodo momento que les hizo pasar durante la revisión.
Apuntó la verga al culo y dijo:
—Dale, flaco… con fuerza y hasta el fondo.
—¡AY NO… POR EL CULO NO… AYYYY! ¡AYYY!
—Metesela toda y dale duro.
La verga comenzó a entrar en ese culo gordo. Se hundió con cierta dificultad, pero fue entrando.
—No, no… no me entra toda esa verga en el culo, ¡¡por favor no!!
—Uy, cómo come verga este culazo!!
—No, flaco… por favor…
—Me sacaste toda la falopa, putita… ahora te la voy a devolver con intereses…
—No… No… ¡AHHH!
La verga se hundió casi completa en ese culo. El flaco comenzó a bombear cada vez más rápido, imitando a su amigo de rulos, que no dejaba de taladrar el culo de Jazmín.
—¿Y mami? ¿Te gusta la doble penetración? —Le preguntó Fiore, mientras la filmaba con el celular.
—¡Me encanta! ¡Me encanta! No sé cómo no probé esto antes… dios… es demasiado rico. Cómo me gusta tener todos los agujeros llenos de pija.
—¿Todos? Te falta uno… a ver si alguien le hace el favor.
El barbudo se acercó y le ofreció su verga a Jazmín, ella comenzó a chuparla al instante. Fiore fue filmando el culo súper dilatado de Mónica, a su madre con tres pijas y de vez en cuando le pasaba el celu al amante que estuviera dándole por el culo o por la concha a ella. No importaba quien fuera… quería que todos pasen por sus agujeros, y así lo hicieron. El morocho de rulos le cedió su lugar a otro tipo y fue a metérsela a Fiore, no se iba a quedar con las ganas de probar a esa pendeja tan rica. Ella también chupó todas las vergas que se le acercaron. Estaba viviendo su máxima fantasía sexual… y su madre estaba ahí, para vivirla con ella.
—¡Sí, flaco… seguí! ¡Ahh… por dios… partime la cola! ¡Dios… que animal! ¡Cogeme fuerte!
Mónica gritaba de puro placer, sus miedos y el dolor se habían desvanecido bajo los efectos de la pastilla. Ahora la gran verga del flaco de pelo largo le parecía deliciosa.
—Me toca a mí, me toca a mí… —dijo Fiore—. Yo también quiero probar esa poronga.
—No, ahora está conmigo…
—No te preocupes, culoncita… —le dijo Megadeth—. Somos varios para llenarte de pija, no te vas a quedar con las ganas.
Agarraron a Mónica entre tres y se la llevaron al banco donde habían estado sentados los dos esposados. Allí la sentaron a ella sobre una pija, y le metieron otra por el orto.
Jazmín miró a su hija y notó que tenía los ojos en blanco y le chorreaba baba por la comisura de los labios. Emitía unos raros gemidos guturales, casi como si se estuviera ahogando. La pendeja estaba en un nirvana de placer, la verga del flaco le estaba dilatando el culo aún más de lo que ya lo tenía.
—Dios, mami… dios… qué hermosa pija… tenés que probarla… carajo, qué rico… ay mi dios… me va a partir al medio… uy… cómo me abre todo el culo… nunca me lo habían abierto tanto.
Entre las dos chuparon una pija y compartieron el semen que saltó de ella. Se besaron y gozaron mientras les daban duro y sin pausa.
Jazmín dejó que su hija se deleitara con la verga del flaco durante unos largos minutos, hasta que ya no pudo aguantar más las ganas. Pidió que se la metieran a ella también, no volvería a su casa hasta no haber probado la pija más grande de todas las disponibles, y era la única que le faltaba probar.
A Fiore se le ocurrió reanudar el 69 incestuoso entre madre e hija. Jazmín tendida sobre la mesa y ella arriba, chupándose las conchas mutuamente. La verga del flaco primero pasó por la boca de Fiore, a ella le costó trabajo tragarla. Mostró a la cámara cómo se mantenía positiva e intentaba tragarla toda. “Esta vez sí me va a salir”, decía, como si estuviera participando en algún concurso de peteras. Luego se reía con la boca llena de saliva al darse cuenta que no podía tragarla toda. “Es muy grande, es imposible”.
—Mami, ahora vas a sentir cómo te desvirgan el culo dos veces en un mismo día…
—Estoy más que lista, mi amor —y le dio un fuerte chupón a la concha de su hija.
La segunda pastilla las había puesto más alegres y tenían más confianza en sí mismas que nunca.
El bullicio del estadio se fue apagando, el recital ya había terminado y la gente iba abandonando las tribunas y el campo. Pero ellas no tenían ganas de volver a su casa, no todavía… no con tantas pijas disponibles para ellas. Ni siquiera Mónica quería frenar, la estaban destrozando entre todos… y le fascinaba. Había hecho locuras en su vida, como obligar a una madre a que le chupara la concha frente a su hija, eso no se comparaba con lo que estaba sintiendo ahora, con todos los agujeros llenos de verga.
La anaconda del flaco estaba tan dura como siempre. No se le bajó ni siquiera cuando le llenó la cara de leche a Fiorella. Ella pidió que le sacaran varias fotos con la cara pintada de blanco, quería tener un recuerdo de este momento tan morboso. Lamió los restos de semen directamente de la concha de su madre. Mientras tanto el flaco iba empujando su glande hacia el interior del culo. Jazmín se aferró a las nalgas de su hija y ahogó los gemidos de dolor contra esos húmedos labios vaginales.
Fiorella tenía razón: se sentía como perder la virginidad del culo dos veces en un mismo día. Era impresionante. A pesar de que ya habían pasado varias vergas por ese agujero, la del flaco era tan ancha que era como si nunca se la hubieran metido.
Sin embargo, a pesar de la resistencia inicial de su culo, la verga fue entrando. El flaco estaba muy drogado y eso hacía que su ritmo no fuera parejo. Jazmín no se quejó porque le gustaba sentir esa verga entrando hasta el fondo de su culo sin previo aviso. A veces pasaba cuando menos se lo esperaba y soltaba un grito de placer.
—¡¡Ay… por favor!! ¿Por qué nadie me dijo que el sexo anal es tan delicioso? ¡Rompeme toda, flaquito! ¡No pares!
La fiesta se prolongó durante dos horas más después de la finalización del show. No hubo concha que no terminara llena de semen y por la que no hubieran pasado las siete vergas. Los culos de las mujeres recibieron el mismo tratamiento, una y otra vez. Las tres terminaron arriba de la mesa lamiéndose mutuamente todos los restos de semen y los jugos vaginales que chorreaban sin parar.
Cubiertas de sudor y flujos sexuales se sacaron una última foto, de rodillas en el piso, con todas las vergas rodeándole la cara. Y allí, en esa posición, comenzaron a recibir las últimas eyaculaciones de la noche. Tragaron leche y vergas a montones, se lamieron la cara la una a la otra y se dieron apasionados besos lésbicos.
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Al llegar a su casa, Fiorella y Jazmín ni siquiera se molestaron en explicarle a Néstor por qué habían demorado tanto… y por qué sus ropas estaban hechas un desastre. La concha de Jazmín estaba a la vista, porque su calza estaba rota. Tuvo que volver en taxi tapándose con el bolso de Fiorella, aunque cuando bajó el taxista pudo llevarse una buena impresión de la concha y el culo de Jazmín… y el de Fiore también. La pendeja ya no tenía tanga y con esa minifalda tan corta se le veía todo.
Si Néstor no hubiera insistido tanto no le hubieran dicho nada. Al final fue Fiorella la que intentó aclarar un poco la situación.
—Se descontroló todo, papá… —dijo entre risas, las pastillas aún le hacían efecto—. Nos pasó de todo… pero no te preocupes, no fue tan malo como te imaginas.
—No puede ser… no puede ser… —Néstor caminó como una bestia enjaulada, con ambas manos en la cabeza—. ¿Las manosearon?
—Todas… —dijo Jazmín—. Mirá cómo me dejaron la calza…
—Es mi culpa… es mi culpa… no tendría que haberlas llevado a ese recital.
—Sí, es tu culpa —dijo Jazmín—. A nosotras ni siquiera nos gusta mucho el rock. Pero no te preocupes, no pasó nada grave. Fueron solo unos toqueteos… y algunos arrimones.
—¿Me juran que no pasó nada más?
—Te lo juramos, papá. Quedate tranquilo, no somos ningunas putas. Nos hicimos respetar.
—Les pido perdón… fui un boludo… tendría que haberles advertido que esa ropa no era la apropiada para un recital de rock.
—No te preocupes, amor… ya pasó. ¿Vos la pasaste bien?
—Mmm… sí… aunque la hubiera pasado mejor si ustedes hubieran estado cerca.
—La verdad es que no —dijo Fiore—. A nosotras nos aburrió un poco el show, ¿no es cierto, mami?
—Es cierto. Hubo algunas canciones lindas, pero la mayor parte nos aburrió. Te hubiéramos arruinado el disfrute. Las cosas se dieron así por una razón. Y por nosotras no te preocupes, que nadie se zarpó demasiado. ¿Vamos a darnos una ducha, Fiore? Estoy toda transpirada… necesito algo de agua fresca… urgente.
Madre e hija se metieron bajo la ducha. A Néstor lo dejaron afuera con la pija dura. Los besos lésbicos se reanudaron mientras se bañaban.
—No creo que tu padre se conforme con esa explicación. Me va a pedir detalles durante semanas.
—No se los des. Dejalo con la intriga, es mejor así. Si llega a saber la mitad de todo lo que hicimos, le va a dar un infarto. —Volvieron a besarse—. ¿Querés que te chupe la concha?
—¿Esto va a seguir?
—Si es por mí que siga para siempre, pero… vos dirás.
—Mmm… bueno, está bien. Hoy me la podés chupar todo lo que quieras… pero después vamos a hablar de este tema.
—Claro, mami…
Fiore le restó importancia al asunto, se puso de rodillas y comenzó a lamerle la concha a su mamá, una excelente forma de coronar una noche de drogas, sexo y rock and roll.
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Jazmín llegó a su casa y escuchó ruidos provenientes de los dormitorios. Dejó las bolsas con las compras sobre el sofá y se acercó al cuarto de su hija. Ella debía estar en el instituto, pero habían acordado que si quería saltearse algunas clases para traer alguno de sus amigos a coger lo podía hacer, porque a esa hora Néstor estaba en el trabajo y era muy difícil que se enterase. Jazmín supo que su hija estaba pasándola en grande, los gemidos llenaban toda la casa. Se acercó para espiarla, por suerte la puerta estaba entreabierta.
Se asomó sin hacer ruido y la vio en cuatro, con un tipo montándola por el culo. A Jazmín se le desencajó la mandíbula al ver lo ancha que era esa pija… y la reconoció de inmediato. También le resultó muy familiar la larga melena ondulada y negra. No podía ser otro, tenía que ser el flaco de la sala de guardia.
—¡Epa! ¿Tenemos un invitado? —se anunció Jazmín.
—Ay, mami… uf… dios… me están partiendo el orto…
—Ya veo —dijo Jazmín, mientras se desnudaba.
—Te estábamos esperando…
—Pero no se aguantaron…
—Hola doña, ¿cómo le va? —dijo el flaco. Se notaba que ya estaba empastillado… y Fiorella también.
—Hola flaquito ¿Hay pastillas para mi?
—Ahí, en la bolsita —dijo Fiore, señalando su mesita de luz. Jazmín se acercó y tomó una—. Y no hace falta que le digas “flaquito”. Se llama Benito… pero le dicen Nito.
—Oh, hola Nito, encantada de conocerte… ya te chupo la pija, dame un minuto.
Y se tragó la pastilla.
—Carajo, señora… usted me vuelve loco. Siempre quise estar con una veterana bien puta… que tuviera una hija así… esto es como un sueño.
—Tu pija es como un sueño —dijo Fiorella, con los ojos en blanco—. Dios, me estás matando.
—Vamos a darle un respiro a tu culo.
Jazmín se acercó y se metió la verga de Nito en la boca. Fiore se apuró a filmarlo todo con el celular. Su madre posó para la escena.
Madre e hija se dispusieron a grabar unos cuantos videos porno, aprovechando la enorme verga de Nito. Jazmín se tendió y la recibió por la concha mientras Fiore se le sentaba en la cara. El flaco grabó cómo la madre lamía los labios vaginales de su hija.
Poco después Nito se dio el gusto de montar el culo de Jazmín, tal y como lo había hecho con el de Fiorella.
—Uy, señora… su culo me vuelve loco. ¡Qué culazo, por dios!
—Y a mí me vuelve loca tu poronga, flaquito. Partime el culo al medio… seguí… ay… seguí…
—Y pensar que te disgustaba el sexo anal —dijo Fiore, mientras filmaba la escena.
—Fui una boluda. El sexo anal es lo más delicioso que probé… eso y tu concha, mi amor.
—Ay, gracias mami…
Fiorella se abrió de piernas frente a Jazmín y ella le chupó la concha con fervor. Se dejaron llevar por la calentura, el descontrol y el efecto de las pastillas. Tragaron tres veces todo el semen que salió de la pija del flaco, esa verga escupía leche como una manguera y madre e hija agradecieron la abundancia de ese manjar blanco.
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Jazmín fue la primera en despertarse. Le dolía todo el cuerpo, en especial el culo. Ese flaco tenía la pija más espectacular que había probado en su vida. Despertó a Fiore dándole besos en toda la cara.
—Hola mami… ¿qué hora es?
—No sé… creo que son como las diez de la mañana.
—¿Y dónde está Nito?
—Espero que se haya ido. Es sábado, pero tu padre igual se levanta temprano.
—¿Habrá escuchado algo?
Fiorella recordaba que en un momento salió desnuda de su cuarto, en busca de latas de cerveza. En el comedor se cruzó con su padre, que acababa de entrar a la casa. Fiore ya estaba borracha, drogada y con el cuerpo cubierto de sudor y semen. El semen fue lo que la delató, era imposible de disimular. Blancas líneas le cruzaban la cara y los pechos.
—¿Qué carajo está pasando? —Preguntó Néstor, incrédulo.
Fiore ni siquiera disimuló. Entre risas dijo:
—Invité a un amigo a coger… me está matando. Tiene la pija enorme —Néstor se quedó mudo, nunca había escuchado a su hija hablar de esa manera—. Ay, papi… no pongas esa cara. Si ya me viste cogiendo —Además de ser sorprendida por su madre en pleno acto sexual, su padre también la había visto cogiendo. Fiore sabía que Néstor se quedó espiando cómo le metían pija a su hija y usaba esto a favor cada vez que podía—. Espero que esta vez no vayas a espiar mientras me cogen —dijo mientras sacaba unas latas de cerveza de la heladera—. No es que me moleste… hasta me calienta un poquito que papi vea cómo me llenan de pija —le guiñó un ojo—. Es que no sé cómo pueda reaccionar este pibe. Podría molestarle tener a su futuro suegro espiando. Sería… raro. ¿No te parece? —Néstor no dijo nada—. A vos que te gusta ver cómo me la meten por el culo… mirá cómo me dejó el orto este flaco… ¿te dije que tiene la pija enorme?
Fiorella se abrió las nalgas y mostró su concha chorreando semen y el culo muy dilatado. Notó que la verga de su padre se ponía dura como un garrote, eso la calentó.
—No sé por qué me gusta tanto el sexo anal —continuó Fiore—. ¿Será de familia? ¿A mamá le gusta que le des por el orto? Espero que sí… con lo lindo que tiene el culo… sería una pena que no le metieras la verga por ahí de vez en cuando.
Agarró tres latas de cerveza, miró el bulto en el pantalón de su padre y volvió a guiñarle un ojo.
—Vos y yo vamos a hablar seriamente —dijo Néstor, reaccionando por fin—. Fiorella… vení para acá…
Ella ya estaba volviendo al dormitorio.
—Mañana hablamos, papi. Que descanses. Y perdón por el ruido… es que este flaco es una máquina, no quiere parar… y yo tampoco quiero que pare. Quiero que me rompa el orto toda la noche. Nada de espiar, ¿eh? Hoy no… otro día… vemos… si querés grabo todo y después te paso el video.
—Yo no quiero ningún video tuyo…
—Ay, papi… no te hagás el puritano, si te morís de ganas de ver cómo me rompen el orto. Y no me molesta, en serio… después te paso el video.
La verga de Néstor dio un salto al solo imaginar que podría tener acceso a videos porno de su propia hija.
—¿Y dónde está tu madre?
—Ni idea, no la vi.
Fue una respuesta tan natural que Néstor no sospechó que se trataba de una mentira.
Cuando la nebulosa mente de Fiorella recordó este episodio se relajó, daba igual si su padre había escuchado ruidos sexuales toda la noche. Ella y su madre tienen la voz muy parecida, desde afuera del cuarto sería imposible distinguir un gemido suyo de uno de Jazmín.
Jazmín salió del cuarto y exploró la casa. Su marido estaba muy tranquilo en el comedor, sentado frente a su notebook. No había rastros de Nito, eso la relajó. Al parecer el flaco había huído antes de que su marido se levante. Volvió al cuarto para darle las buenas noticias a su hija y la encontró muy alterada, revisando abajo de la cama. La cama estaba desecha y el cajón de la mesita de luz abierto.
—¿Pasa algo?
—Ay, no… me quiero morir… me quiero morir…
—Hija, no me asustes. ¿Qué pasó?
—Nito… se llevó las pastillas.
—Bueno, era de esperarse. No te preocupes, ni siquiera las pagaste. Ya vas a conseguir más…
—¡Y el celular! ¡Me robó el celular! ¡Flaco drogón y la concha de tu madre!
—Uy, eso sí es más serio… ¿segura que no se cayó al…?
—No mamá, no está en el piso ni abajo de la cama. No está…
Jazmín fue a buscar su celular, mientras su hija seguía buscando. Marcó el número de Fiorella y le contestó una grabación automática: “El número ingresado está fuera de servicio”.
—Ah, pero qué flaco hijo de puta.
Volvió al cuarto de su hija y le explicó lo de la grabación.
—No te preocupes, Fiore. Compramos uno nuevo y ya está. Eso sí, ese flaco no vuelve a entrar a esta casa nunca más.
—No, mamá… ¿no entendés? No me preocupa el celular… sino lo que hay dentro —Jazmín se puso pálida—. Ahí están todas las fotos y videos del recital de rock, y lo que grabamos anoche… y todo lo que grabamos estos días. ¿Te das cuenta?
—Ay… pero… ¿creés que Nito sería capaz de..?
—¡¡NNNOOO!! ¡¡NOOO!! ¡¡LA CONCHA DE SU MADRE!! ¿Qué es esto? ¡¡¿¿QUÉSESTOOOO??!!
Los alaridos de Néstor les heló la sangre.
—¡¡JAZMIN!! ¡¡VENÍ YA MISMO Y EXPLICAME ESTO!! ¡¡YA MISMO!!
Madre e hija fueron hasta el comedor lo más rápido que pudieron, ambas seguían desnudas, no les importó. Tenían cosas más importantes de qué preocuparse. En la pantalla de la notebook de Néstor se vieron a sí mismas, desnudas, bañadas en semen, y con gruesas vergas metidas en el culo. Sonreían a la cámara demostrando que se la estaban pasando en grande.
Fiorella tomó la mano de Jazmín.
—Espero que conozcas un buen abogado que te tramite el divorcio, mami. Y quiero que sepas que, pase lo que pase, yo estoy con vos.
—No puede ser… no puede ser…
Jazmín tenía ganas de llorar. Su marido ni siquiera podía apartar la mirada de las fotos, fue pasando una por una, con los ojos llenos de lágrimas. Repetía sin parar frases como “No puede ser, no puede ser”, “Pero qué putas de mierda. ¡Qué putas las dos!”.
En los siguientes días Jazmín y Fiorella se enteraron que las fotos y videos habían sido subidos a internet, etiquetándolas en sus redes sociales. Ambas cortaron comunicación con todos sus conocidos y amigos. Fiore no asistió al instituto por unos días y se instalaron en la habitación del Hotel Costa Verde.
Néstor tuvo una crisis de nervios. Tuvo que recibir asistencia médica y psiquiátrica. Creyeron que iba a terminar internado, pero tuvo la suficiente fortaleza como para volver a su casa y echar a su esposa e hija, no sin antes pedirle el divorcio a Jazmín.
Ambas lamentaron que esa gran aventura sexual haya terminado tan mal, esas malditas pastillas les hicieron creer que nada podía salir mal y se volvieron descuidadas. Por culpa de ese exceso de confianza ahora todo el mundo sabe que además de puta, son incestuosas. Brenda Ramallo les dijo que mejor postergaban ese encuentro que habían programado, no era el mejor momento. La profesora esquivó el problema solo porque tuvo sobrecarga laboral y no pudo asistir a esa loca tarde de sexo lésbico que le habían prometido.
Jazmín y Fiorella ya no quisieron probar más pastillas, solo tomaron aspirinas para luchar contra el dolor de cabeza, que parecía no querer irse nunca. Sin embargo, a pesar de lo mala que estaba la situación, no dejaron de tener sexo en la habitación del hotel.
Después de pasarse una tarde entera cogiendo estaban mirando el techo, desnudas y cubiertas de sudor. Se tomaron de la mano y se miraron a los ojos.
—Mamá, ¿creés que algún día la gente se va a olvidar de nosotras y de todo lo que hicimos?
—No lo sé. Pero no me importa lo que pase. Ya está, no podemos deshacer lo hecho. Lo importante es que estamos juntas. —La besó en la boca—. ¿Me creés si te digo que no me arrepiento de nada?
Fiorella sonrió.
—Yo tampoco me arrepiento. Si tuviera la oportunidad de viajar al pasado, haría todo otra vez… y lo disfrutaría tanto como lo disfruté. Me encanta coger con vos… y no quiero que eso se termine. Es lo único que me importa.
Y bajó hasta perderse entre las piernas de su madre, luego le metió la lengua en la concha.
—Así, mi amor… así… te quiero mucho. Nada más importa… ¡y que el mundo y tu padre se vayan a la mierda! Soy libre… somos libres. Podemos hacer lo que nos dé la gana. —La miró a los ojos mientras Fiore le comía la concha y dijo—. Lo único que no me agrada de todo esto es que la gente piense que somos dos putas degeneradas.
—¿En serio querés hablar de esto mientras te chupo la concha, mamá?
—Sé que no es un buen momento, pero… me gustaría poder contarle a todo el mundo que esto fue algo de una sola vez. Perdimos la cabeza en un recital de rock, es algo que puede pasar. Vos y yo no somos así.
—Pensé que te gustaba verme tan puta.
—Eso lo dije en el momento, por culpa de la pastilla… me hace decir y pensar cosas que no son propias de mí. Y me gustaría poder aclararle eso a la gente, nada más.
—¿Eso significa que debo dejar de chuparte la concha?
Jazmín sintió una descarga eléctrica que nació en la punta de su clítoris, fue provocada por la experta lengua de su hija.
—Mmm… por ahora podés seguir. Lo importante es que acá nadie puede vernos.
Final del Temporada 1
*Algún día me pondré a trabajar en una segunda “Temporada” para esta serie. Aún no tengo fecha para el inicio de ese proyecto. Mientras tanto me dedicaré a escribir otros relatos.
*Esto no significa que todas mis series vayan a tener una “Segunda Temporada”.
*La Segunda Temporada de este relato comenzará en el Capítulo 09, y de ahí seguirá la numeración normalmente.

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