Intriga Lasciva - El Instituto [46].

Capítulo 46.

Candy Investiga.

Para Cándida Zambrano la noticia de las filtraciones en el instituto fue una inyección de vida. Al dejar la redacción de la revista Caleidoscopio intentó ganarse su lugar en internet. A pesar de tener varios seguidores muy fieles, no fue tarea fácil. Sus recursos se habían limitado a lo que ella pudiera descubrir. Aún le quedaban algunos informantes de confianza, pero la mayoría ya no creía que ella sola pudiera ser relevante en un mundo tan cargado de información y desinformación.

Jania Wozowycz, una alumna de tercer año, la llamó para decirle que tenía buena información, pero que le iba a costar. Cándida se gastó dinero que no podía permitirse solo porque si Jania la había llamado, entonces había una bomba mediática importante. Esta chica es sumamente ambiciosa y no va a vender algo sin estar segura de que es una venta segura. Detesta recibir un no como respuesta.

Así Cándida recibió el e-mail con todas las fotos y videos porno que se filtraron en el instituto y también varios comentarios y opiniones de distintos alumnos, también a cargo de Jania. Con todo este material Cándida elaboró un rápido artículo, pero bien detallado, exponiendo lo ocurrido. Fue la primera en redes en salir con la información. Su página web y sus redes sociales ganaron visitantes por cientos ya que Candy prometía hacer un profundo trabajo de investigación sobre este asunto y publicarlo todo. Durante los siguientes días se la pasó generando artículos bien cargados del contenido explícito filtrado. Lo bueno de tener un medio independiente es que no tiene que pedirle permiso a nadie para hacer eso. Le prometió a sus seguidores que no censuraría y prometió. Publicó explícitos videos mostrando cómo a Felicia Meritani, la presidenta del club religioso, le encanta meterse cosas por el culo. Este artículo tuvo un éxito descomunal, generó mucho ruido en redes y el material porno de esta bella jovencita se restregó por todo internet. También expuso a la profesora Noemí García que participó en sexo grupal con varios alumnos del instituto y que tiene por costumbre intercambiar fluidos corporales con alguna que otra alumna.

Hizo artículos dedicados a los materiales más interesantes, descartó aquellos que no aportaban una historia curiosa o significativa. Cuando se le estaba agotando el material, las chicas del club de detectives la llamaron para pedirle que investigara el asunto más a fondo. Gracias a ella consiguió el permiso de la Junta Directiva para meterse en todos los recovecos del instituto y examinar a fondo cada rumor.

Su objetivo actual es localizar al responsable de estas filtraciones. Esto le sienta un poco mal ya que es posible que esa persona pague las consecuencias por sus actos… y es justamente quien le permitió saltar a la fama como reportera freelancer. Gracias al material del instituto está ganando más dinero que nunca. Ni siquiera como redactora de Caleidoscopio le fue tan bien. Pero bueno, son gajes del oficio. Tiene que llegar al fondo del asunto, su prestigio depende de eso.

Empezó la investigación yendo directo a la cima del poder. Haciendo uso del carnet que le dieron la integrantes de la junta directiva pudo llegar hasta la oficina del decano sin que nadie se lo impidiera. Abrió la puerta y descubrió a Mario Dalessi sentado detrás de su escritorio. El tipo reaccionó como un ladrón que es descubierto infraganti. Se sacudió en su silla y se apresuró a cerrar pestañas de internet mientras con la otra mano acomodaba algo en su entrepierna.

—Pero… ¿qué carajo? ¿Se puede saber por qué no golpea antes de entrar?

—Me dijeron que podía pasar —respondió Candy, con una inocencia bien ensayada.

Entrar sin previo aviso era parte de su plan, quería saber en qué situación sorprendería a Dalessi. «Así que el viejo verde mira porno en la oficina», pensó mientras miraba los cuadros que colgaban de las paredes con títulos universitarios, diplomas y fotos con políticos. Este breve paseo por la oficina fue para permitirle a Dalessi admirar su atuendo. Lo había elegido minuciosamente. Candy tenía sus dos colitas características y unos enormes anteojos de marco rosa. Arriba lucía una ceñida blusa turquesa y nunca usaba corpiño. Sus diminutas tetas no lo requerían, pero era frecuente que sus pezones se marcaran mucho sobre la tela. Abajo tenía una pollera tableada amarilla muy corta que a duras penas le tapaba la tanga. Sus coloridas zapatillas de lona completaban el atuendo.

—¿Se puede saber quién es usted, jovencita? ¿No debería estar en clases a esta hora?

—No soy alumna del instituto. Mi nombre es Cándida Zambrano, soy periodista.

—Usted es… ¿esa periodista? ¿la que publicó las filtraciones? No lo hubiera imaginado ni en mil años.

—Veo que ya conoce mi trabajo. Bien, eso me ahorra tiempo. La Junta Directiva del instituto me habilitó a investigar el asunto. —Mientras hablaba se iba acercando al decano—. encontrar al responsable de las filtraciones. ¿Fue usted? —Hizo esta pregunta mirándolo fijamente a los ojos, sus narices casi se tocaban.

—¿Pero qué clase de pregunta es esa? ¡Claro que no fui yo! Jamás haría una cosa así a mis alumnas.

—Mmm… está bien, le creo. Puedo reconocer cuando alguien me miente. Si le soy sincera, nunca sospeché de usted realmente.

—¿Entonces por qué está acá?

—Necesito acceder a la base de datos del instituto y me dijeron que esta es la única computadora con acceso.

—No, ni hablar. Esos datos son privados y usted no puede…

Candy sorprendió al decano acercándose aún más a él. Se sentó sobre sus piernas y agarró el mouse de la computadora.

—Pero… pero… señorita, si quiere usar el escritorio yo… em… podría avisarme; pero no le puedo permitir acceder a la base de dat…

Se quedó en silencio cuando la ventana minimizada fue ampliada. En pantalla apareció una de las alumnas del colegio chupando una gran verga. Se trataba de una hermosa rubia de rasgos alemanes. Un tipo se la cogía por atrás, Cándida conocía muy bien ese video y sabía que a la chica le estaban dando por el culo. Minimizó el video y apareció su página web de noticias.

—Ah, veo que estaba informándose con mi trabajo.

—Ejem… mmm… sí, sí claro… eso mismo hacía. Quiero saber más de este asunto, quiero saber quién es el responsable de este escándalo.

—Yo lo puedo ayudar con eso, señor Dalessi.

La calva del decano se había puesto tan roja que parecía un tomate con pelusa. Candy notó que el tipo tenía una fuerte erección, podía sentir su verga apretada contra su retaguardia. Ella se acomodó en el lugar hasta que la punta del miembro quedó encajada entre sus labios vaginales.

El video porno siguió reproduciéndose en la web. La cámara había cambiado de plano y ya podían ver cómo la verga le entraba completa por el culo.

—Pobre chica. Se llama Irene Gómez Holtz. Me dio mucha pena publicar esto, pero soy fiel a una buena historia. Ahora todos saben de su fascinación por el sexo anal. ¿Ya vio el video donde está cogiendo con tres tipos? Los tres se la meten por el culo.

—Emm… no, no lo vi —su verga palpitó como si quisiera meterse dentro de la apretada concha de Candy.

—Yo no podría aguantar algo así. Es mucho castigo. Debe doler un montón, pero como nunca experimenté el sexo anal, no opino.

—Irene no parece estar pasándola mal… ejem…

—Es cierto. Hasta parece que disfruta mucho. Uy, acá es donde la hacen tragar semen —la bella Irene Gómez Holtz apareció de rodillas mirando hacia las dos vergas erectas que derramaban jugos sexuales en toda su cara—. Eso sí lo hice… aunque no con tantas vergas.

—Y… ¿te gustó? —preguntó Dalessi mientras se tomaba el atrevimiento de acariciar la pierna derecha de Candy.

—Mmm… más o menos. No soy fan del semen. Se ve que a Irene sí le gusta mucho, todos sus videos terminan con una secuencia parecida.

—¿Y vos… miraste todos los videos de las filtraciones?

—Por supuesto. Los miré un montón de veces, tanto que ya me los sé de memoria.

La mano de Dalessi subió hasta su entrepierna y comenzó a acariciarle los labios vaginales por encima de la tanga. Ella lo permitió.

—Me imagino que mirar tanto porno debió afectarte de alguna manera…

—¿De qué manera? —Candy estaba moviendo rápidamente sus dedos sobre el teclado y el mouse. Ya estaba buscando la información que precisaba para su investigación.

—Y… no sé… debió acalorarte un poco, por ejemplo —presionó el clítoris de Candy, ella ni se inmutó.

—Umm, sí claro. Eso es inevitable. A veces debía parar de escribir para… ya sabe… eso…

—¿Eso? ¿Qué sería eso?

Ella soltó una risita tontorrona. Mario Dalessi aprovechó para pellizcarle los pezones por encima de la blusa.

—Usted sabe —volvió a reírse—. No me haga decirlo.

—¿Te mandaste dedo? —Dalessi metió la mano dentro de la tanga y fue directamente a buscar el agujero de la concha.

—Sí, más de una vez.

El decano le coló un dedo en la concha, ella siguió trabajando tranquila. Mientras ese baboso la manoseaba puso un pen drive en la compu y descargó toda la base de datos del instituto. Datos de profesores; datos de alumnos; datos de todos los trabajadores. Con eso podría organizar mejor su investigación. “La información nunca hace daño”, era la filosofía de trabajo de Cándida Zambrano.

Podía sentir cómo la verga del decano palpitaba contra su concha, en cualquier momento se le metería… si es que él la sacaba del pantalón. Antes de que ocurriera eso, ella se puso de pie.

—Bueno, ya tengo todo lo que necesito.

—Pero yo no… —el tipo la sujetó del brazo deteniéndola en el acto.

—¿Qué hacés? Soltame.

—Vamos, chiquita —se puso de pie, en su pantalón había una prominente carpa—. No me vas a dejar así —señaló su bulto—. No me gustan las chicas que juegan de picarona y después te dejan con la pija dura.

—Tu pija dura es problema tuyo.

—Ahora es tu problema… date vuelta…

Él intentó forzarla para que le diera la espalda, pero Candy se soltó con un rápido movimiento. Antes de que Dalessi pudiera reaccionar llevó una mano a su bulto… y le agarró un testículo. El decano sonrió con cara de bobalicón.

—Así que te gusta tomar la inciaaaaaahhhhh ¡ahhhhh ahhhhhh!!

Mario Dalessi se dobló a la mitad y tuvo que sujetarse del escritorio para no caer al suelo. Candy le estaba estrujando un huevo con tanta fuerza que creía que se lo iba a reventar.

—¡Ahahhjjjjjahhhh! ¡Soltame! ¡¡Soltame!! ¡Ahhh… ahhhh!

—Escuchame una cosita, estúpido. Yo no soy como las pendejas de tu instituto. A mí no me vas a coger si yo te digo que no. ¿Te queda claro?

—Ahhhhh!! ¡Soltame!

—¿Te queda claro? —Apretó con más fuerza.

—Sí… siiiii… aaaaahhh… me queda claro —su calva estaba más roja que nunca, gotas de sudor caían por su frente, sus ojos parecían dos huevos fritos—. Por favor, soltame…. por favor…

—Pedime perdón.

—¡Soltame!

—¡Pedime perdón!

Dalessi sintió un crujido, algo estaba a punto de romperse, volvió a gritar vaciando todo el aire de sus pulmones.

—Perdón, perdón… perdón… por favor… soltame… perdón…

—Muy bien. Así me gusta —lo soltó. Dalessi cayó de rodillas al piso, respiraba agitadamente y sus ojos lagrimeaban—. La próxima vez que me toques sin mi permiso, te corto la chota. ¿Te queda claro?

Dalessi no respondió.

Le quedó claro.


———————————


Cándida Zambrano tocó timbre. No tuvo que esperar mucho, la puerta se abrió casi al instante.

—Hola, señora García.

—¿Otra vez vos?

Noemí tenía puesto un camisón color vinotinto y su cabello estaba revuelto, aunque no aparentaba estar medio dormida. Candy supuso que la mujer estaba atravesando una fuerte depresión, ya no se molestaba en peinarse.

—¿Puedo hablar con usted?

—No. Ya sé muy bien en qué va a terminar todo esto. Gracias a tu bendito artículo me echaron del instituto.

—La echaron por puta. Eso no es mi culpa.

Noemí se puso roja de rabia, estuvo a punto de cerrar de un portazo cuando Candy se levantó la pollera. Se había quitado la tanga. Su preciosa concha totalmente depilada captó toda la atención de la ex-profesora.

—Si me dejás pasar, te permito probarla. Sé que te encantaría hacerlo.

Si tuviera otra alternativa, Candy no se sometería a esto; pero sabía que Noemí García nunca hablaría con ella… a menos que le ofreciera algo a cambio.

—Pasá… dale, antes de que te vea algún vecino… —miró para todos lados y cerró la puerta cuando la jovencita entró—. ¿Estás hablando en serio?

—Muy en serio. Necesito información y ésta es mi forma de pagar por ella.

Noemí se quedó en silencio estrujando el borde de su camisón como si pensara que Candy le estaba tendiendo una trampa. Pero… si así fuera, ya no tenía nada que perder. ¿Qué era lo peor que podría hacerle? ¿Grabarla mientras tenía sexo lésbico? En internet ya había numerosos videos que la mostraban haciendo eso.

—Si querés te puedo mear… —Agregó Candy—. Sé que eso te gusta.

—Muy bien, y quiero que lo grabes.

—¿Con mi celular?

—Sí, y después me pasás el video.

—¿No te da miedo que lo suba a internet?

Noemí se encogió de hombros.

—A esta altura ya me da igual. ¿Qué va a decir la gente? “Otra vez esa puta de Noemí que se hace mear por una pendeja”. Ahora mismo lo único que me importa es tener buen material para hacerme una paja… y tu concha vale la pena. Debo admitir que es preciosa.

—Bueno, muchas gracias… —Candy se quitó la pollera y las zapatillas, quedando desnuda de la cintura para abajo.

—Sacate todo, quiero ver esas lindas tetitas que tenés.

Candy obedeció. Apenas sus pezones estuvieron expuestos Noemí se abalanzó sobre ellos y comenzó a chuparlos con fervor.

—Dios… no sabés cuánto tiempo llevo esperando por esto. Estoy caliente con vos desde el primer día que te vi. —Le pasó la lengua por todo el vientre plano hasta llegar una vez más a los pezones—. No aguanto más, prendé la cámara del celu y meame toda.

Noemí García se arrodilló cuando Candy apuntó hacia ella con el celular. Se lanzó a chupar la concha, pasó la lengua de abajo hacia arriba en repetidas ocasiones. Después pegó sus labios y se quedó allí durante un par de minutos, succionando sin parar. Le encantaba absorber los jugos vaginales de pendejas tan hermosas como Candy.

La rubiecita dejó que Noemí disfrutara durante un rato antes de largar el primer chorro. Apenas ocurrió esto la ex-profesora abrió la boca y dejó que el líquido cayera por toda su cara. Ocasionalmente pegó la boca a la concha y chupó, luego se volvió a alejar para seguir recibiendo su lluvia de placer.

Cuando Candy dejó de mear, Noemí miró la cámara y dijo:

—Si están mirando esto en internet… quiero que sepan que no me importa. Yo la paso bien chupando conchas de pendejas lindas y no voy a dejar de hacerlo. Váyanse a la puta que los parió.

Candy sintió un poco de pena por ella, por eso dejó que le chupara la concha durante más tiempo. Se sentó en el sofá y abrió las piernas, para que las dos pudieran estar más cómodas. Noemí chupaba como una posesa. Tanto que Candy comenzó a retorcerse de placer. Al ver que sus lamidas estaban haciendo efecto, Noemí se entusiasmó y le metió la lengua en la concha. Luego le dio un fuerte chupón al clítoris. La rubiecita tuvo que admitir que esa mujer tenía talento con el sexo lésbico. Por más que intentara mantener la compostura, no podía hacerlo. Comenzó a masturbarse mientras Noemí volvía a lamerle los labios vaginales. Se paejeó sin dejar de filmar hasta que le acabó en la boca. La ex-profesora recibió estos últimos chorritos de placer gustosa.

—Eso fue… interesante —dijo Candy, cuando cortó la grabación—. Estuvo mucho mejor de lo que me imaginé.

—¿Ya tenés experiencia con mujeres?

—No, esta fue la primera. Tuviste ese honor, Noemí. Tomalo como una forma de hacer las paces. Yo no soy tu enemiga, solo me dedico a contar historias… y sé que detrás de las filtraciones hay una gran historia. Necesito que me cuentes todo lo que sabés.

—No sé quién filtró todo eso —Noemí se sentó a su lado—. Así que estás perdiendo el tiempo.

—No esperaba llegar al fondo del asunto ahora mismo. Pero quizás pueda encontrar alguna pista que me permita seguir avanzando. Tengo entendido que eras una mujer muy correcta. ¿Qué fue lo que pasó?

—¿Querés decir “cuándo comenzaste a descarriarte”?

—Ponelo en las palabras que quieras. Sé que antes no eras así. Es más, estoy segura de que esto del sexo lésbico con tus alumnas empezó hace relativamente poco. Dos años, tres quizás…

—Cuatro. Es una historia larga.

—¿Y podés hacerme un resumen?

Noemí la miró a los ojos.

—Hay cosas de las que no me conviene hablar. Detrás de todo esto hay gente muy poderosa. Gente de la que hay que cuidarse.

—Sé cuidarme.

—Lo único que puedo decirte es que descubrí a alguien grabando videos porno en el instituto. Estuve a punto de montar un escándalo, pero de alguna forma me convencieron de no hacerlo.

—¿Usaron el sexo para convecerte?

Noemí hizo silencio por unos segundos, luego respondió:

—Sí. Sexo lésbico. Me propusieron tener sexo con esas chicas que participaban de los videos porno. Debí negarme al instante, pero… llevaba años fantaseando con la idea de acostarme con algunas de mis alumnas. No siempre fui lesbiana, ¿sabés? Es algo que se me metió en la cabeza de tanto ver pendejas besándose y manoseándose en el instituto. Hasta ese momento el único acto más o menos lésbico que había experimentado fue cuando descubrí a dos alumnas cogiendo en el baño. Para no delatarlas hice que me chuparan la concha… las dos. Fue… fascinante. Solo ver sus hermosas caritas mientras me comían la concha me volvió loca. La persona que filma los videos se enteró de esto y lo usó en mi contra.

—¿Y quién es la persona que filma los videos?

—No te lo voy a decir. No soy tan estúpida. Hay una tal Emilia…

—¿La madre de Dalma Leone?

—Sí, esa misma. ¿La conocés?

—Las chicas del club de detectives me dieron información sobre los casos que investigaron. Ese fue el primero.

—Mmm… así que esas pendejas están detrás de todo esto. No me extraña. Siempre meten la nariz donde no deben. Pero no me importa, que se jodan. Emilia conseguía algunas de esas chicas para los videos porno y yo… yo la ayudaba con las “audiciones”.

—¿O sea…?

—O sea que nos hacíamos comer la concha por estas pendejas y las que mostraban mejores aptitudes pasaban a trabajar en los videos.

—Me imagino que tuviste sexo con Emilia.

—Sí, muchas veces. Nunca la consideré una amante, era más bien una compañera de travesuras. Siempre quise cogerme a la hija, pero no llegué a eso. Dalma abandonó el instituto antes de que pudiera hacerlo.

—¿Y los pibes que te cogieron en el video? ¿Ellos están involucrados de alguna manera?

—¿Fermín y sus amigos? No, ellos no tienen nada que ver con todo esto. Me cogieron como castigo… por hacerles la vida imposible en el instituto. Me agarraron entre todos en un aula vacía y… me dieron para que tenga. Me pegaron una cogida tremenda. Hasta me dieron por el culo… yo que ni siquiera había tenido sexo anal. Me desvirgaron el orto… y me gustó. Después terminé cogiendo con ellos por puro gusto. Me hicieron “su puta”. ¿Y qué querés que te diga? Al final terminé disfrutándolo un montón.

—Pero estás segura de que no tienen nada que ver.

—Sí, segura. Ellos ni siquiera salen en los videos de Uvisex.

—Qué raro. Las chicas del club los tienen como los primeros sospechosos de las filtraciones.

—Ellos no fueron. Me lo juraron. ¿Por qué filtrarían eso? Se quedaron sin su puta para coger… y ellos disfrutaban tener tanto poder sobre una de las profesoras del instituto. En especial una que estaba tan bien posicionada como yo.

—Así que ellos perdieron poder. Mmm… interesante. Quizás la persona que está detrás de todo esto lo hizo justamente con esa intención.

—Es muy probable, aunque seguramente hay otras razones.

—¿Como cuáles?

—Ni idea —se encogió de hombros—. Pero expusieron a mucha gente, eso no afecta directamente a Fermín y sus amigos. Tiene que haber otro motivo.

—Sí, tenés razón. Esto me sirve para acomodar un poco la información; pero no me brinda demasiadas cosas nuevas. Tenés que darme algo más, Noemí.

—No, no tengo que hacerlo. Chuparte la concha solo fue el pago por dejarte entrar. Nunca me comprometí a darte información.

—Está bien, eso es cierto. ¿Y si te chupo la concha?

—¿Lo decís en serio?

—Sí, nunca lo hice y tampoco me entusiasma la idea de empezar a hacerlo ahora, pero… sé que sabés algo. Necesito información relevante. Hasta lo podés grabar, pero tenés que darme algo realmente nuevo. No quiero datos que ya tengo.

—Muy bien, pero no te voy a dar el nombre de la persona que filma los videos. Eso es arriesgarme demasiado. Pero sí te puedo dar buena información. Un par de nombres que te ayuden a seguir con tu investigación. Después de eso estás por tu cuenta. No vuelvas a preguntarme nada.

—Trato hecho.

—Bien… y vas a tener que perdonarme, yo no me depilo la concha como vos —se quitó el camisón, mostrando el matorral de vellos púbicos.

—No te preocupes por eso. Me gustan las conchas peludas.

—¿No dijiste que no probaste esto?

—Y es cierto… pero miré la suficiente cantidad de porno como para reconocer que las mujeres son lindas… y las conchas también. Me hice un montón de pajas mirando tus videos.

—¿Ah sí? —Noemí sonrió—. ¿Y fantaseabas con hacer algo así conmigo?

—Quizás…

Candy se acostó boca arriba a lo largo del sofá. Noemí se puso sobre ella, con las piernas separadas. Comenzó a masturbarse ante la mirada atenta de la bonita rubia mientras configuraba el celular para que grabara. Definitivamente quería tener un recuerdo de este momento.

La jovencita acarició los labios vaginales con la punta de su dedo índice.

—Wow… en persona es más intimidante que por videos. Me parece que no me voy a comer esta concha, la concha me va a comer a mí…

—Te voy a comer toda, pendejita. Sos una ricura.

Noemí no le dio mucho tiempo para mentalizarse. Apoyó sus labios vaginales en la boca de Candy. Estaban empapados y viscosos. A la rubia no pareció molestarle esto. Sacó la lengua y comenzó a lamer, aunque con cierta timidez. Noemí se frotó el clítoris, con cada lamida que recibía se iba mojando más y más. La lengua entró en su concha y soltó un gemido.

—Me volvés loca, pendeja. Qué lindo verte chupando concha…

Candy le dio un chupón al clítoris y acarició las nalgas de Noemí. Luego metió una mano entre ellas y con dos dedos, bien humedecidos por sus propios jugos vaginales, se metió en el culo de Noemí.

—Ay, sí… meteme los dedos en el orto… ay, qué lindo… eso me encanta.

Los dedos entraron con mucha facilidad. Candy comenzó a moverlos dentro sin dejar de chupar la concha. Noemí se meneaba, frotándole los labios vaginales en toda la cara. El acto sexual se extendió a lo largo de varios minutos hasta que la ex-profesora comenzó a soltar chorros de un líquido transparente. Candy entendió que no la estaba orinando, sino que la había hecho acabar. Esos eran los flujos sexuales de Noemí y los tragó con mucho gusto.

—Uf, eso fue intenso —dijo la rubia—. No me imaginé que chupar una concha fuera a gustarme tanto. Por ser mi primera experiencia… digamos que superó mis expectativas.

—Por ser tu primera vez la chupaste de maravilla. Espero que no dejes de hacerlo. Seguramente alguna de las chicas de ese clubcito de detectives es bien lesbiana. Erika tiene mucha pinta de serlo…

—Sí, estoy segura de que a Erika le gustan las mujeres. Ya la vi chupando concha. Es linda chica, aunque creo que ya tiene novia.

—¿Ya está de novia con Siara? —Noemí volvió a sentarse en el sofá.

—La vi cogiendo con Siara, pero no parece que ella sea la novia. Me refería a Farah Abdul.

—¿Farah? Bueno, sé que esa chica no le escapa al sexo, pero… no me la imaginaba con Erika.

—Me parece que no seguís la cuenta de Twitter de Erika.

—Em… no. Solo sigo a las alumnas que publican contenido medio erótico…

—Entonces deberías seguir a Erika. Lo que sube ella ya no es erótico… directamente es porno. Hay un video donde Farah le está meando la cara.

—¿Qué? —Noemí buscó su celular, estaba en una mesita junto al sofá—. No puede ser… y yo me lo estaba perdiendo. No sabía que esa pendeja publicara este tipo de cosas.

—No solo ella. Xamira y Oriana también estuvieron subiendo algunas cositas, aunque lo de ellas no es tan explícito, por ahora…

—Uy, interesante. Gracias por el dato.

—Y hablando de datos…

—Ah, sí… lo prometido es deuda. Y está muy relacionado con lo que veníamos hablando. Si querés llegar al fondo del asunto te sugiero que investigues a Camila Arias Ballester.

—¿Qué? ¿A Kamilexia? ¿La hermana de Erika?

—Sí, esa misma. Sé por qué te lo digo. Fue una de mis alumnas.

—Pero… ¿de qué forma está involucrada en todo esto?

—Eso averigualo vos. Te di una buena pista, lo noto en tus ojos. Kamilexia es famosa… y a vos te encantan las celebridades. Por eso trabajabas en esa revista de mierda…

—Caleidoscopio no es una revista de mierda. La mierda es el jefe que la maneja.

—Como sea. Estoy segura de que vas a encontrar una buena historia con Kamilexia. Ya estoy sintiendo pena por ella. Si todo sale a la luz su reputación se va a ver muy afectada. Pero a vos eso no te importa, ¿cierto?

—Yo soy fiel a una buena historia.

—Y no te importan las consecuencias que eso pueda traerle a la gente. Ya me quedó bien claro. A mí me cagaste la vida y ni siquiera te importó.

—Igual esa información hubiera llegado a la prensa.

—Sí, pero la prensa tradicional la hubiera manejado de forma más sutil. Vos publicaste los videos.

—Cientos de alumnos tenían esos videos en sus e-mails. ¿Cuánto creés que iban a tardar en publicarlos? No te la agarres conmigo, Noemí. Si querés enojarte con alguien, hacelo con el responsable de las filtraciones… y a menos que Kamilexia sea quien filtró todo, no me estás poniendo en esa dirección.

—Es que no tengo idea de quién filtró el material ni por qué lo hizo. ¿Cómo querés que te ayude?

—No sé, dame algo más. Ni siquiera sé por dónde empezar con lo de Kamilexia. ¿Qué debo buscar exactamente?

—Mirá sus primeros streams y lo vas a entender.

—Bien, eso ya es algo. Aunque no mucho…

Candy se arrodilló frente al sofá y empezó a chuparle la concha otra vez.

—¿Qué hacés?

—Quiero sacarte un poco más de información…

—Mmmm… bueno, si le ponés esmero, puede que te de algo más.

Noemí volvió a filmar a Candy practicándole sexo oral. Los ojos de la jovencita parecían inmensos detrás de esos anteojos, le daban un aspecto muy tierno.

—Meame…

—¿Querés que te mee? ¿De verdad?

—Quiero información…

—Entiendo…

Noemí no tuvo que esforzarse mucho. Teniendo a una pendeja tan linda chupándole la concha en realidad debía contenerse para no mearla. Dejó salir el primer chorro y Candy ni siquiera se apartó, siguió con la boca pegada a su concha. Y ahí se quedó mientras duró todo el proceso. Noemí le salpicó toda la cara, incluso los anteojos. Candy se la chupó tan bien que le provocó un segundo orgasmo.

—Ay, así… uf… dale, dale… chupá fuerte… hay ricura, te voy a mear toda.

Y así lo hizo.

Cuando terminó todo Candy se puso de pie, Noemí aprovechó para darle algunas lamidas en la concha, a modo de despedida.

—Decime algo más.

—Roxana Carmín.

—Ya sé…

—No, no sabés ni la mitad.

Candy hizo silencio durante unos segundos.

—Mmm… ya veo. ¿Es una buena pista?

—Es la mejor que te puedo dar.

—Intuyo que no es la que grababa los videos.

—No; pero es importante. Más de lo que te imaginás.

—Bien, eso me sirve. Gracias, Noemí. Perdón por haberte cagado la vida, pero… nada es más importante que una buena historia.


———————————


—¿Y? ¿Qué pudiste averiguar? —Preguntó Erika con entusiasmo.

Otra vez habían usado la sala de reuniones del club para tomar café con muffins coloridos. Esta vez era Xamira la que lamía la crema directamente de la concha de Oriana. La japonesa estaba delirando de placer, abstraída en su propio mundo.

—Tengo la base de datos del instituto, completa. Eso nos va a permitir conectar nombres. Y Noemí García mencionó a alguien que consideró clave en todo este asunto: Roxana Carmín.

Al escuchar ese nombre Oriana reaccionó. Miró fijamente a Candy y dijo:

—Ese nombre ya lo escuché antes. ¿Dónde? Estoy segura de que es alguien importante…

Erika se puso de pie de un salto y golpeó la mesa con sus palmas.

—¡Es el nombre que nos dio Emilia! Nos dijo que el caso de Roxana Carmín salió en los medios… que fue un escándalo… y no hicimos nada. ¿Por qué no investigamos eso? ¿Eh? ¿Por qué?

—Calmate, Erika —dijo Siara, tomándola del brazo—. Después del caso de Emilia pasaron un montón de cosas que nos distrajeron. Estamos trabajando en muchos frentes a la vez, es lógico que nos olvidemos de algunas cosas. —Erika volvió a sentarse y dio un mordisco a un muffin, la boca le quedó cubierta de crema celeste—. Si dos personas involucradas la mencionaron, entonces es clave. Ya me había olvidado de esa tal Roxana Carmín. ¿Vos la conocés, Candy?

—¿Que si la conozco? Yo fui la que escribió el artículo exponiendo todo el escándalo. Dejen que les cuente…

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